lunes, 16 de enero de 2012

En el interior de una montaña de hielo


Ryszard Kapuscinski despertó en el nuevo hospital Mulago, junto a Dora, una de las enfermera y un doctor hindú, Patel. Resulta que estaba enfermo, su amigo Leo lo había encontrado el día anterior en su habitación, echado en la cama y sin sentido. Tenía malaria cerebral. La primera señal de un ataque de malaria es una inquietud interior que aparece de repente, cosa que provoca que la víctima de sienta entumecida, pesada, y sumida en el marasmo. Todo les irrita, sobre todo la luz. Pero lo peor está por llegar, y llega sin avisar. El ataque, un violento ataque de frío, acompañado de vibraciones y convulsiones.

El ataque de malaria no solo se limita al dolor, es una vivencia mística. Es como entrar en un nuevo mundo.

Después de un ataque de malaria, la persona afectada se convierte en una piltrafa humana, a la cual la fiebre no abandona y no puede mover manos ni piernas. Todo le duele, y además está exhausto, débil, inerte.

Para los africanos, sufrir esta enfermedad es incluso peor, ya que ,por lo general, todos tienen malnutrición, agotamiento y hambre. Es por eso que muchos no superan la enfermedad, y también es muy frecuente encontrar personas adormecidas, apáticas y con los sentidos embobados. Hay que decir que hay ataques más y menos fuertes que conllevan diferentes consecuencias.

Ryszard pasó dos semanas en el hospital, los ataques se repetían pero la intensidad cada vez era menor. Durante ese tiempo, Patel lo visitaba y iba contando cómo había llegado a parar allí. Ya que venía de estudiar medicina en Inglaterra.

Resulta que los europeos, Cuando construyeron la vía de ferrocarril entre Mombasa y Kampala necesitaban mano de obra barata, por eso trasladaron miles de jóvenes hindúes a África. Por que el blanco no podía trabajar, él era el señor. Uno de esos jóvenes era el abuelo de Patel.

La construcción del ferrocarril supuso una nueva etapa en la expansión colonialista. Se trataba de penetrar en el interior de África, ya que en el comienzo los europeos no se alejaban de la costa. Sus puertos eran ventosas, aplicadas a África, y de la cual sacaban sin parar esclavos, oro y marfil. Y es que ellos estaban dominados por el espíritu de provisionalidad y pensaban únicamente en el beneficio propio y la conquista fácil.

En el curso de las visitas el doctor le contó que, a medida que los obreros iban avanzando por la selva, empezaron a tener cada vez más miedo, y es que empezaron a atacarles los leones.

Generalmente, éstos no suelen atacar. Cuando un león está en la plenitud de su edad no se interesa por la caza del hombre, sino más bien por otros animales, como el antílope o la cebra. Cazar significa una organización perfecta entre los miembro de la manada. Las leonas generalmente son las que cazan y los leones son los primeros en disfrutar del festín. Pero cuando los leones empiezan a envejecer sus músculos se debilitan, su velocidad se reduce y sus saltos son cada vez más cortos. Entonces, la manada los abandona y éstos, desesperados de hambre, empiezan a cazar personas.

Ésos leones, atacaban a los obreros. Todas las noches, aparecían y se llevaban un par de ellos, mientras los otros, inmóviles y muertos de miedo, escuchaban sus terribles gritos pidiendo ayuda.

Uno de los días que Patel visitó a Ryszard, le contó que los extranjeros que venían en busca de marfil preguntaban dónde se hallaban los cementerios de los elefantes. Éso era un misterio, ya que en África los elefantes son sagrados y por lo tanto su muerte también. Patel le contó que al ponerse el sol los elefantes acuden a los abrevaderos, se detienen en la orilla y mediante sus trompas se llevan el agua a la boca. Pero cuando éstos envejecen, sus fuerzas no les permiten levantar la trompa así que tienen que adentrarse cada vez más, llega un momento en el que sus patas se hunden en el légamo, el lago los succionan y luchan por salvarse, pero ya no pueden hacer nada y así desaparecen. Por tanto, es en el fondo de los lagos donde verdaderamente se encuentran los cementerios de elefantes.


Mariana Chamorro 2º Bachillerato C




Ryszard Kapusinski había sufrido un ataque de malaria cerebral, una enfermedad muy causal en África. El periodista polaco narra la enfermedad y cómo le ayudan a superarla.


En primer lugar narra como su amigo Leo le había traido al hospital para que fuese mas comoda su recuperación.


La malaria cerebral es una enfermedad que consiste en estados criticos en los que el paciente de repente empieza tirtar de frio, como si estando desnudo en el desierto del Sahara estuviese directamente en la llanuras heladas de Groenlandia, su unica forma de parar la crisis consiste en tapar el paciente con un abrigo, manta,... lo que sea, erjerciendo mucha presión, ya que el origen del frío para el enfermo es exterior.


En els hospita le atendió el doctor Patel, este doctor acostubraba a pasar por la habitación de nuestro amigo, el periodista, ha xarlar un rato con él. Un día le conto como su abuelo, procedente de la India llegó a parar a Kampola, los europeos colonizaron sus tierras y les obligaron a trabajar construyendo un ferrocarril para poder descubrir el interior de la selva i tambien del continente africano.


El ambuelo del doctor contaba que, cuando constria el ferrocarril, por las noches, los atacaban los leones, pero solo aquellos que eran viejos, porque no tenian la habilidades necesarias para cazar un verdadero animal de la selva, así los leones se llebavan comañeros de trabajo cada noche.


Otro día el doctor le hablo sobre los elefantes y la importancia que le dan los europeos al marfil de sus colmillos. Los europeos mataban a los elfeantes solo por conseguir el marfil preguntandose donde esaban los “cementerios de elefantes” los africanos no querian decir donde estaban los elefantes muertos. El doctor le explicó al polaco que los elefantes se morian al rio porque cada vez podian aspirar el agua y se metían más y más dentro del agua hasta que les era comletamente impossible salir del rio y allí depositan desde siglos los restos de los elefantes.



Jaume Calafat Perelló

2 Batxillerat A

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