lunes, 16 de enero de 2012

Madame Diuf vuelve a casa

En las primeras líneas del capítulo, nuestro viajero se encuentra en la estación de ferrocarril de Dakar, capital Senegalesa, esperando el tren con destino a Bamako. A primeras horas de la mañana el andén estaba bastante despejado, casi desértico. Después de referenciar los horarios y observar meticulosamente las diferencias entre los convoyes de Europa y África, el periodista se topó con una pareja de escoceses provenientes de Glasgow. Una vez ya dentro del vagón se les unió una corpulenta mujer africana luciendo un bou-bou, que resulta ser un vestido típico del lugar que llega a los tobillos, la señora se presenta a sí misma como “Madame Diuf”.

La travesía finalmente se inicia, el ferrocarril bordea la zona antigua y colonial de la ciudad. Un rato más tarde de forma súbita el ambiente se oscurece sobremanera y comienzan a entrar dentro del compartimiento restos de polvo y tierra del exterior; a fuera el ambiente esta agitado y se pueden escuchar gritos, reina la confusión. La explicación para este dramático suceso es que el tren pasa por una zona donde las chabolas restringen mucho el espacio de la calle, entonces a los vendedores y demás personas solo les queda el terraplén y las vías del tren para colocar sus mercancías. Como una bala penetró dentro del improvisado mercado, frenético e indiferente continuaba impertérrito su camino. Durante el viaje Kapuściński conversaba con la pareja escocesa sobre multitud de temas actuales y del pasado de África, él les explicaba el porqué de la rápida industrialización de las ciudades, los exilios masivos del campo, la problemática del trabajo…

Llegaron a otra estación y para su sorpresa un gentío armado con fruta y multitud de productos aparecieron de la nada amontonándose contra el lateral del ferrocarril; Madame Diuf sin pensárselo dos veces, ocupó el puesto de la ventanilla y comenzó a observar los víveres, sopesándolos y regateando su precio. A intervalos intermitentes se tornaba y se enorgullecía de la pieza conseguida alegando que en Bamako o Dakar era más caro. Reemprendieron la marcha, todo iba sobre ruedas hasta que una de las válvulas se estropeó. Dentro del compartimiento Madame Diuf extendía su masa reduciendo el espacio europeo. Ryszard instó a los turistas de bajar para estirar las piernas, a lo que la pareja respondió negativamente y de manera reacia; los escoceses le explicaron que sufrieron un malentendido que tuvieron con un nativo y desde esa agria experiencia decidieron no entablar ninguna relación, a lo que el polonés consecutivamente explicó que la cultura africana se basaba en el intercambio mutuo; he aquí la discrepancia de visión cultural.

Por la tarde retomaron el camino y doña Diuf seguía igual o más espatarrada que anteriormente, a lo que nuestro autor de forma deductiva infirió que los tiempos cambiaban, en África no había sitio para nadie y menos para los extranjeros. Finalmente llegaron a Bamako a las cuatro de la madrugada, el andén bullía repleto de gente. En unos segundos entró un tropel de jóvenes en su compartimiento, eran los ayudantes de madame. Una vez descendido del vagón se pudo oír el grito de un hombre, inmediatamente se dirigió a su posición, pudo observar que era francés y que le habían desvalijado la maleta, desgarrándole la camisa y dejando en su mano la quebrada asa de la misma.

Adrián Pujol 2ºBachillerato C

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