lunes, 16 de enero de 2012

Un río perezoso

Nos introducimos en el interior del continente africano. Nos desplazamos desde Yaunde hasta Bertúa. Los controles policiales son constantes pero mencionar “obispado de Bertúa” parece ser una contraseña mágica y nos facilita el paso. Aquí todo aquello relacionado con la religión adquiere especial importancia. Nos dirigimos ahora a una aldea llamada Ngura que es la parroquia del misionero Stanislaw nuestro guía en estos lugares. Transitar por este continente es sumamente complicado. Las rutas son prácticamente inaccesibles y la propia naturaleza indica la dirección que debes seguir. Nosotros somos los analfabetos. Desde allí encaminamos nuestros pasos hacia Colomine. Es difícil llamarlo pueblo puesto que sus construcciones poco tienen que ver con casas. Por él pasa un rio del cual se extrae oro y sus trabajadores son explotados por árabes que mantienen un monopolio. Colomine, el asentamiento, dejará de existir cuando el oro se acabe. Proseguimos nuestro viaje hacia el sur adentrándonos en el Gran Bosque. Éste no tiene nada que ver con la imagen que cada vez hay menos. La mano del hombre blanco se hace evidente en los grandes espacios sin árboles para comercializar la madera. Llegamos a nuestro destino. Una pequeña construcción alberga la casa de Dios. Es la única. Su morador tiene malaria pero no quiere abandonar el lugar. Alguien tiene que oficiar la misa.

Pep Toni Perelló 2º Bachillerato C


El misionero Stanislaw Gurgul acompañará en un largo viaje al autor Kapuscinski por los bosques de Camerún, Bertúa, Ngura, el gran bosque... El autor desconcertado por la ignorancia de aquel lugar emprende dicho viaje por las distintas zonas de África de las que ni tan solo ha escuchado hablar. Durante su expedición Kapuscinki ve la importancia de la religión en esta región y de los cultos, así como la cantidad de kilómetros de un pueblo a otro dificultado por el mal estado de las carreteras, las condiciones climáticas, la falta de dinero y de los pocos medios de los cuales disponen para su traslado. A pocos quilómetros fluye un río, excavado hasta el último centímetro con la esperanza de encontrar algo de oro lo que conlleva un lugar regido por el deseo y la avaricia, ya que mientras unos se hacen ricos la población más pobre no dispone ni de electricidad pero estos sin duda sobreviven con lo poco que tienen y sin separarse de sus creencias y rituales.

Victoria Pulido 2º Bachillerato A

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